La intención del
escrito siguiente es realizar un análisis subjetivo sobre la enseñanza. Por
tanto es que el desarrollo de dicho escrito y las ideas concebidas giran en
torno al núcleo temático de una “enseñanza capitalizada”, especificándose lo
contrario si fuera necesario en el cuerpo del propio escrito.
El escrito ha de
ser imperiosamente de extensión reducida. El escrito, por tanto, es tan solo
preciso en lo esencial, dejando de lado cuestiones secundarias aunque
seguramente igual de relevantes. Por tanto, es casi inevitable que sea escueto
en matizaciones e incluso de tono aforístico.
Qué es el conocimiento
El conocimiento no es el núcleo principal y por tanto
primer motivo. El conocimiento ha de ser percibido como una herramienta
entregada a un sistema. En términos financieros, el conocimiento (activo
económico) se hace merecedor de inversión (horas) siempre y cuando este reparta
beneficios (dividendos). Por tanto el conocimiento solo es merecedor de cultivo
siempre y cuando tenga su correspondiente transcripción numérica. Además, de
tal manera, el conocimiento es sometido a un juicio de valor que lo divide en
válido o no válido, haciendo a este último tipo de conocimiento ilegítimo de
inversión (sacrificio, tiempo).
En síntesis, podemos aclarar que la nota es el bien
final al que se subordinan todas las acciones de un estudiante, siendo estas,
por tanto, por siempre interesadas, y nunca con un compromiso completo con el
simple conocer.
¿Cómo es el conocimiento?
El conocimiento, al no ser el principal núcleo de un
sistema de educación, está adaptado al estudio mediante etiquetas, divisiones y
criterios en muchas ocasiones, de muy dudosa fiabilidad y rigurosidad.
¿A quién sirve?
Las notas o los exámenes de manera inevitable
consienten que el aprendizaje no tenga una repercusión directa en el individuo,
en cuanto a su reconocimiento con él mismo y su entorno. Cierto es que el
conocimiento sirve al estudiante, pero le sirve en tanto que sirve a un sistema
en el que él está involucrado y por tanto, no a él de una manera directa.
El conocimiento del método
El siguiente tema es arduo y extenso, aunque fácilmente
sintetizable. Dos son sus rasgos. Primero, al no ser el conocimiento el
objetivo primero, este, aparece adaptado y etiquetado.
Segundo, el método son el conjunto de normas de
aplicación de dicha información adaptada.
La enseñanza, no considerando el conocimiento como
objetivo primero, lo considera una herramienta utilitaria, que se subordina al
objetivo primero que es la calificación.
Por tanto decimos que el método es la correcta
impresión de la información en virtud de la calificación. El conocimiento del
método es el cultivado en la enseñanza capitalizada por servir al primer
objetivo que es la calificación. El conocimiento del método no es el
conocimiento como tal, sino la adaptación al bien primero y además, es el que
sigue una serie de normas y pautas de impresión establecidas. Se adoctrina en
cómo plasmar, y no en el qué plasmar; en cómo hacer uso de la información en
virtud de la calificación.
Sobre los estudiantes – Medición de
competencia
Las competencias de un alumno se toman en base a una
sucesión de pruebas escritas a lo largo del año escolar. Dichas pruebas poseen
varias características que también serían dignas de mención. Las más destacadas
son dos: El conocimiento del método
(ya explicado) y la ley de la
productividad (en términos
económicos).
La competencia de un alumno se basa en una sucesión de fotografías mal tomadas, que quedan injustamente inmortalizadas. Están “mal tomadas” en tanto que representan un conocimiento de un momento determinado. No obstante, el conocimiento del método legitima el olvido (no puede ser desarrollado aquí).
La competencia de un alumno se basa en una sucesión de fotografías mal tomadas, que quedan injustamente inmortalizadas. Están “mal tomadas” en tanto que representan un conocimiento de un momento determinado. No obstante, el conocimiento del método legitima el olvido (no puede ser desarrollado aquí).
Sobre los estudiantes – La
responsabilidad
El siguiente punto es arduo y extenso. La
responsabilidad concebida en una educación capitalizada no tiene que ver con la
autorresponsabilidad, basada en una elocuencia moral y de actuación propia de
un sujeto. En vez de eso, el “muro” ya está construido, la idea de
responsabilidad ya está tallada; tan solo respétalo.
El fundamento de una moral y de una identidad propia de
cada persona se construye a través de actitudes desprestigiadas tales como el
pensamiento. Por tanto la autorresponsabilidad es imposible en un sistema que,
en palabras de Kant o de la ilustración, elimina el plano de actuación
intelectual (la emancipación) de cada individuo, frustrando la creación de un código de actuación propio de cada
persona.
Por tanto la verdadera responsabilidad consistirá en
aceptar, respetar y trabajar el “muro” ya construido. Por tanto la verdadera
responsabilidad consistirá la fundamentación de todas las actuaciones de un
individuo en virtud del objetivo primero (notas, exámenes…).
Por tanto la verdadera responsabilidad de un individuo
es la “no-responsabilidad”, que se basa en la aceptación o la sumisión ante lo
establecido.
Destacar o señalar por último que la valoración capitalista
de la enseñanza y la valoración de una enseñanza basada en el desarrollo
personal fruto del cultivo del pensamiento o la ejercitación de la autocrítica,
la autorresponsabilidad o el rigor moral, crean una situación necesariamente
antagónica.
Señalar de nuevo, por último, que la imperiosa
necesidad de realizar un escrito reducido, hace que se disipen o no se traten
determinados aspectos interesantes de análisis y que por tanto, si algún
curioso tuviera interés en leer una versión más extensa y detallada, incluso un
tanto más literaria y más rigurosa y meticulosa, puede contactar
conmigo a través del correo electrónico aquí facilitado: rubensainz6@gmail.com