La palabra “estraperlo” se hizo muy popular en los años posteriores a la Guerra Civil española (1936-1939) para nombrar el mercado negro de alimentos y suministros que se desarrolló en esos años en que los productos básicos estaban racionados.
En el Diccionario de la Real Academia la principal acepción de esta palabra es la siguiente: “Comercio ilegal de artículos intervenidos por el Estado o sujetos a tasa”. A la persona que comerciaba con estos artículos se le denominó estraperlista. Posteriormente también tomó el significado de “chanchullo, intriga o negocio fraudulento”.
El origen de esta palabra se encuentra en un escándalo político ocurrido durante la Segunda República (1931-1936) como consecuencia de la introducción de un juego de ruleta eléctrica de marca "Straperlo" en los casinos españoles.
El nombre “Straperlo” es un acrónimo compuesto por las iniciales de los empresarios holandeses que promovieron el invento y el negocio. Se llamaban Strauss, Perel y Lowann.
En esta época los juegos de azar —especialmente la ruleta— estaban prohibidos en España, así como en la mayoría de países europeos. Sin embargo, en la década de los 30, se popularizaron numerosos modelos de pseudorruletas que funcionaban en los grandes casinos europeos.
Estos tres empresarios quisieron introducir su invento en España. A lo largo del mes de junio de 1934, los empresarios Strauss, Perel y Lowann y los políticos entonces en el poder llegaron a un acuerdo económico para explotarlo en el Casino de San Sebastián y después en el Hotel Formentor (Mallorca). A cambio de conceder la autorización, algunos políticos cobraron comisiones.
Poco después el juego fue prohibido por la policía tras demostrarse que era fraudulento, ya que la rueda se controlaba mediante un botón, y por lo tanto la banca ganaba siempre que lo deseaba.
El caso de corrupción salió a la luz debido a la denuncia que hizo el propio Strauss tras serle retirada la licencia para la explotación de la ruleta straperlo.
Este escándalo provocó una grave crisis política que, unida a otros acontecimientos políticos y sociales, llevó a disolver las Cortes y a convocar unas elecciones en marzo de 1936.